La historia de los pueblos indígenas a partir de la llegada de los conquistadores y colonizadores, va a ser la historia de la lucha por el control de sus territorios y recursos. También será la historia de la obligada conversión de sus habitantes a la religión católica, aunque aparentemente, esta última motivación va a aparecer como el justificativo principal.
El espacio geográfico que ocupan las tierras bajas de la republica de Bolivia, esta conformado básicamente por tres regiones: el oriente, la amazonia y el chaco.
Las dos primeras forman parte de la cuenca hidrográfica del Amazonas y la ultima de la del Plata.
Esa extensión ocupa más del 60% del territorio boliviano y hasta hora, sigue siendo caracterizada como un espacio vació, como “tierras baldías”, es decir sin población o convoca ocupación.
Esa caracterización, es consecuencia del razonamiento que tiene el mundo cristiano-occidental sobre la utilización de las áreas rurales. Según su concepción, ellas solo pueden ser destinadas para las actividades agrícolas y pecuarias, de manera intensiva y extensiva.
Los pueblos originarios de las tierras bajas tienen una concepción diferente a la occidental. La ocupación de los extensos territorios donde habitan es total, pero con desplazamientos amplios y permanentes, para producir y reproducirse como cultura. Allí desarrollan actividades de cacería, pesca, agricultura de subsistencia y recolección, lo cual significa auto abastecerse con los recursos de su hábitat.
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