A partir de 1900 se puede hablar de una nueva etapa de historia. Se presento el “realismo” que profundiza los atisbos sociológicos de la generación anterior.

El grupo no presento coherencia y fue diverso. Alcides Arguedas creyó en el papel moralizador de la historia, Agustín Iturricha considero la presencia de Dios y de la reencarnación como causas del hecho histórico; Jaime Mendoza con un constructivo idealismo hizo hincapié unilateralmente en la geografía como condicionante de la historia, Alberto Gutiérrez se presento como partidario de la escuela histórica y Pedro Kramer se frustro muy temprano.

En los últimos años se ha presentado un grupo de investigadores conscientes de la fundamental tarea del método y de la formación de historiadores mediante la enseñanza de una metodología que corresponde a los avances actuales de la ciencia, es decir a la técnica de la ciencia histórica que es totalizadora por excelencia.

Dentro del estado actual de las investigaciones históricas en el país, tenemos que referirnos necesariamente a las condiciones en que realiza su trabajo el investigador histórico y estos no pueden ser mas desprovistos de los elementos indispensables como ser el trabajo profesional y permanente y la remuneración adecuada y de categoría, que darían como consecuencia la especialización y jerarquización.

La critica al llamado historiador que realiza su labor a ratos y restando tiempo a sus otras actividades, que son las principales, sigue en pie actualmente para la generalidad de los investigadores. Si así se realiza este trabajo ¿Cómo extrañar que no haya una historia completa de Bolivia y solo meras síntesis didácticas? A esta situación debemos añadir otra no menos importante, que se refiere a los materiales previos y la documentación.

La organización de bibliotecas, la publicación de catálogos, la preparación de bibliografías, de guías y de fuentes documentales, en una palabra de cuestiones previas para facilitar la investigación debe hacerse lo más pronto posible.

Hoy, el historiador tiene que enfrentarse con muchos obstáculos y trata de superarlos, como los superaron aquellos eruditos polígrafos y bibliógrafos al estilo de Moreno Abecia y Gutiérrez. Pero es indudable que el historiador confronta las dificultades del medio, la falta de documentos, de catálogos y buenas bibliotecas, además de las deficiencias económicas y otros.

Esta mirada al estado actual de la investigación histórica en Bolivia nos permite decir en ocas palabras, que los materiales de consulta y las fuentes permanecen poco accesibles en la etapa de la heurística, no hay facilidades para realizar investigaciones sistemáticas; las pocas bibliotecas y los archivos se encuentran abandonados y destruyéndose, el personal que los cuida recibe magros sueldos, en lo que atañe a la persona del investigador por lo general, aunque se aun profesional, no vive de su labor y del resultado de sus investigaciones que generalmente no puede publicar, el investigador por otra parte, no encuentra guías que faciliten su tarea, este hecho puede ser que este determinando el desistimiento de emprender investigaciones serias que requieren un gran sacrificio. La carrera de Historia de la Universidad Mayor de San Andrés ha dado resultados importantes. La nueva generación de investigadores abre un panorama de gran expectativa por su profesionalismo y sacrificio ante la incomprensión de su labor.

Por otra parte existen archivos y bibliotecas bien organizados y dirigidos como el Nacional de Sucre y el archivo Histórico de La Paz, hay otros, como el del Congreso Nacional que ha sido reorganizado en los últimos años, después de haber sufrido grandes perdidas documentales.