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Los sectores obreros, especialmente los mineros, resultaron ser la vanguardia del descontento social. Archivo de Luis Antezana E.

Desprestigiado el PIR por su compromiso con la oligarquía, el MNR quedó como único frente político opositor masivo y en los comicios generales de 1951 obtuvo una victoria relativa (47% de los votos). Pero esta fue desconocida y el MNR se decidió por la vía golpista. Fue pues, la participación de sectores laborales la que dio a la insurrección el carácter de revolución. Dadas la fidelidad de gran parte del ejercito a la Junta de Gobierno y la deserción del General Seleme del acuerdo golpista -Ministro de Gobierno, que comprometió el apoyo carabinero- el papel desempeñado por los mineros –que rodearon Oruro y controlan la estación de ferrocarriles del Alto de La Paz- y los fabriles de La Paz, fue de fundamental importancia para el éxito insurreccional, que sin una precisa dirección tuvo lugar entre el 9 y 11 de abril. El campesinado, aunque no intervino en la revolución, participó en su gestación y consolidación.

Apenas instaurado el primer gobierno movimientista (1952-1956) con Víctor Paz Estenssoro a la cabeza, se desató una movilización social y política abierta y sin precedentes por la clase medio y los sectores populares. Once días después, se conformó la Central Obrera Boliviana (COB), primera organización laboral con efectivos, representatividad y reconocimiento a nivel nacional. En su seno, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) devino en el sector más poderoso y radical. Fueron proclamados el control obrero-facultad de intervención obrera para velar por una buena administración y el cumplimiento de sus derechos sociales y laborales- el co-gobierno COB-MNR y un ministro campesino, Ñuflo de Chávez Ortiz. Al cobijo del gobierno se formaron milicias civiles armadas de campesinos, mineros, fabriles y otros.