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"Santa Vera Cruz".Oleo en tela de Raúl Lara.Importante exponente de la pintura boliviana actual.

El Siglo XIX se inició con la presencia del estilo Neoclásico como el arte de moda, de composiciones centrales de apariencia grandilocuente y de colorido sobrio, con predominio de ocres, blanco, rojo y azul. En este estilo todavía se hicieron grandes conjuntos religiosos como los de San Felipe Neri y Santa Teresa, en Sucre, y Santa Teresa en Cochabamba. Los artistas más destacados fueron Manuel Oquendo y Manuel Gumiel, activos en La Plata (Sucre).

Tras la llegada de los ejércitos libertadores y la independencia, se impuso el Academismo, de inspiración francesa, estilo muy sobrio, de colores apagados tendientes al gris, y cuya manifestación mas característica son los retratos, fríos y hieráticos, tanto de personajes civiles como religiosos, y especialmente los gobernantes. Fueron artistas importantes: Manuel Ugalde (Act. 1830-1884), Antonio Villavicencio (1822-act. 1866), José García Mesa (act. 1860-1905). Ejemplos son los retratos de presidentes del Museo de la Casa de Moneda, en Potosí, y del Museo Charcas, en Sucre.

Paralelamente se desarrolló, a lo largo del siglo, un arte popular, que mantuvo viva la tradición del barroco mestizo. Se hicieron gran cantidad de pequeños lienzos y pinturas sobre lata, representando a los santos de la devoción popular. La mayoría de los pintores son anónimos, y en general autodidactas. Destaca entre ellos Joaquín Castañon, activo en La Paz a mediados del siglo. Dentro de este panorama, un personaje especial fue Melchor María Mercado (1816-1871), autor de un álbum de acuarelas, conservado en la biblioteca Nacional, en Sucre, en las que, con un estilo característico de autodidacta, pero con gran precisión y acuosidad, represento lugares, personajes y costumbres de diversas partes del país.

El Siglo XX ha significado, dentro del arte, la toma de conciencia y la búsqueda paulatina de la identidad nacional. Durante la primera mitad trabajaron importantes pintores que marcaron pasos en esa ruta. Arturo Borda (1883-1953), realizó numerosos retratos con un sentido de realismo mágico y simbólico, y obras alegóricas. Cecilio Guzmán de Rojas (1898-1950) desarrolló y propulsó el indigenismo. Otros artistas trabajaron también dentro de esta tendencia como Genaro Ibáñez, Jorge de la Reza, etc., destacando el lituano Juan Rimsa (c.1910-75), que aportó el expresionismo al arte del país.

El paisaje adquirió gran importancia en este periodo, tanto en los altiplanos e Illimanis de Borda, como las representaciones urbanas de Potosí y de Llojeta de Guzmán de Rojas, o los arrebatados grupos de Rimas. El paisajista más notable fue sin embargo el cochabambino Raúl G. Prada (1900-91), junto con Mario Unzueta (1905-84). Caso particular fue el costumbrismo ingenuo y humorístico de Armando jordán (1900-83) en Santa Cruz.

A consecuencia de la “Guerra del Chaco” se generaron movimientos de cambio de la realidad del país que desembocaron en la Revolución Nacional de 1952. En la década de 1950 irrumpió en escena un importante grupo de artistas que componen la “generación del 52”, motivados por la gesta revolucionaria, y por los cambios consiguientes. Estos se agruparon en dos tendencias plásticas principales, los “sociales” y los “abstractos”.

Los artistas sociales fueron aquellos comprometidos con la causa de la revolución, y desarrollaron una temática de denuncia y reivindicación del campesino y obrero, trabajando sobre todo en grandes murales. Los más destacados son: Miguel Alandia Pantoja (1914-75), Walter Solón Romero (1925), Alfredo La Placa (1929).

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