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IMPACTO DEL CRACK DE 1929

Volver a: Crisis Del 29 A La Naciente Intervención Estatal

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El presidente Daniel Salamanca y sus Ministros Salamanca estuvo durante toda su vida atormentado por sus dolencias físicas, tenía un carácter sombrío y solitario. Uno de sus pocos amigos fue Franz Tamayo.

La Gran Depresión tuvo impactos económicos, sociales y políticos.

Efectos económicos

La disminución acelerada de los precios del estaño y de otros minerales (plata, bismuto, plomo, cobre, antimonio, zinc y wofram) que exportaba el país, ocasionaron una crisis sin precedentes en la minería. Varias empresas suspendieron sus operaciones y en otros casos las restringieron por altos costos de producción.

Por lo tanto, las exportaciones de estaño, que en 1929 representaron el 79% de las exportaciones totales, disminuyeron hasta 1933; en 1929 se exportaron 47.191 toneladas métricas, el nivel más alto registrado en la historia. En 1933 la exportación llegó únicamente, al 32% de lo exportado en 1929.

La combinación de bajos precios y volúmenes de exportación decrecientes, dieron lugar a una contracción en los valores de exportación; en 1929 se exportó por un monto de $us. 27,5 millones, en 1932 apenas se alcanzó a $us 9.9 millones.

El sector industrial, compuesto fundamentalmente por la producción de ropa, textiles y alimentos, que hasta ese momento experimentaba un proceso de crecimiento, sufrió el impacto de la crisis al no poder importar las materias primas y la maquinaria, que consumía, debido a que éstas se financiaban con las divisas que generaba la minería.

La producción agraria fue también afectada por la disminución de la demanda de los centros mineros y de las ciudades; a esto se añadió el hecho que, entre 1930 y 1931, hubieron buenas cosechas que aumentaron la producción. El resultado conjunto fue una disminución de los precios de los productores agrarios y el deterioro de los ingresos de los agricultores.

En las actividades generadoras de servicios, los ferrocarriles y el comercio sufrieron el impacto de la Gran Crisis. Los ferrocarriles que transportaban fundamentalmente minerales hacia los puertos del Pacífico y de regreso diversos artículos importados, entre 1929 y 1932 redujeron la carga total transportada en más del 40% y, por lo tanto, sus ingresos. Las actividades comerciales, también fueron afectadas por la contracción de las importaciones y de las transacciones mercantiles, cerrándose varias empresas.

A nivel del Estado, la disminución de las exportaciones mineras ocasiono un doble efecto. Por un lado, los impuestos recaudados sobre las exportaciones disminuyeron.

Por el otro, disminuyó la disponibilidad de divisas (por efecto de la disminución de las exportaciones), lo que motivo una contracción en las importaciones y, en consecuencia, en los impuestos sobre éstas y en los ingresos para el Estado.
Las recaudaciones fiscales, en conjunto, entre 1929 y 1932 disminuyeron en 58% (de Bs. 48.9 millones en 1929 a Bs. 20.5 millones en 1932), determinando una reducción de los gastos públicos en 37% (de Bs. 5302 millones a Bs. 33.5 millones).

La vigencia del patrón-oro (sistema monetario que determinaba que cada billete emitido por el Banco Central tenía respaldo en oro y podía ser cambiado en divisas, así como la obligación del Banco Central en mantener el tipo de cambio), origino que en razón de la disminución del ingreso de divisas, el Banco Central debiera utilizar sus reservas, en moneda extrajera para satisfacer los requerimientos para importar artículos esenciales y para mantener el tipo de cambio (en 1929 una libra esterlina constaba Bs. 13.52; en 1930 Bs. 13.51; en 1931 Bs. 13.50). En la medida en que las disponibilidades de divisas decrecían, el empleo de las reservas del Banco Central fue más intenso y, por lo tanto, bajó el nivel de éstas; en 1929 llegaban a 4.1 millones de libras esterlinas, y en 1932 a 1.9 millones de la misma moneda.

El nivel decreciente de las reservas de las reservas del Banco Central implicaba la reducción del respaldo en oro y divisas al dinero circulante en la economía y, siguiendo las reglas del patrón-oro, la contracción del circulante, hecho que provocó una disminución en los precios.

Esta perdida acelerada de las reservas, fue un fenómeno que se conjuncionó con la suspensión del crédito externo por la banca norteamericana, aspecto que agudizó el problema.

Efectos sociales y políticos

La profunda crisis económica tuvo repercusiones sociales. La minería se vio forzada a despedir obreros. Por ejemplo, entre 1929 y 1932, la Patiño Mines redujo su personal de 6.688 trabajadores a 2.064 y redujo las jornadas laborales y los salarios de los trabajadores. La industria también cerró algunas fábricas; de la misma forma, quebraron casas comerciales. El Estado que hasta 1929 mantuvo una gran cantidad de empleados administrativos, maestros, jueces, fiscales, etc., comenzó a despedir a contingentes apreciables y a reducir los sueldos de aquellos que continuaban dependiendo del fisco; en julio de 1931 se dispuso un descuento del 15% en los haberes de los funcionarios públicos; asimismo, los trabajadores estatales fueron pagados con permanentes atrasos.

La Inspección General del Trabajo informaba a fines de julio de 1930, respecto al número de desempleados: del comercio e industria 3.000; de los ferrocarriles y construcción de caminos 2.824; de la minería 20.000. A las cifras anteriores se añadió la llegada permanente de trabajadores bolivianos despedidos de las salitreras chilenas, que hasta esa fecha alcanzaban a 1.800. La consecuencia, fue la conformación de una masa de desempleados mayor a las 27.000 personas.

El conjunto de elementos anotados anteriormente, motivó un descontento social que se profundizo en consonancia a al a extensión de la crisis económica y las emergentes corrientes políticas de izquierda aprovecharon de la situación, estableciendo nexos entre la clase media afectada, obreros despedidos y organizaciones laborales, que protestaban por la situación social, produciéndose manifestaciones permanentes en las ciudades de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba.

Las autoridades políticas ordenaron el apresamiento de dirigentes laborales y políticos, residenciando a muchos en la región del Chapare y clausurando sedes sindicales.

El advenimiento de Daniel Salamanca (1931-1934) como Presidente en marzo de 1931, fue simultáneo a la aceleración de la crisis económica y de la temperatura social, ya que exacerbó el cuadro de agitación por la política represiva durante los movimientos huelguísticos.

Gradualmente, el movimiento obrero, los despedidos, la clase media afectada, los estudiantes, influenciados por los partidos políticos de izquierda, fueron radicalizando sus posiciones, con protestas y marchas reivindicativas, demandando empleo. Se cuestiono el orden social y económico vigente, llegándose a plantear la revolución social como única solución a la crisis.




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