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La furia de la dictadura, vinculada al narcotráfico de Luis García Mesa,actuó contra la sociedad en su conjunto, mostrando hasta que punto se había apoderado de ella un autoritarismo secante con fuertes lazos con la corrupción.

En síntesis, hacia 1985, nada o casi nada podía evocar el proceso de abril de 1952. La gigantesca concentración humana y social que había significado la UDP, e incluso la izquierda opositora, habían fracasado en profundizarlo, mediante la vía de las estatizaciones, las políticas redistributivas y la democracia participativa. A ello se sumaron nuevas demandas, clasistas, regionales y étnicas, difícilmente contenibles dentro el castraron de las propuestas nacionalistas.El escenario quedaba pues dispuesto para otras oposiciones.

Las elecciones presidenciales de 1985 arrojaron una votación además del 50% para los portavoces de las corrientes de centro derecha (ADN y MIR), en tanto la izquierda, en todos sus matices, obtenía un reducido porcentaje. Cinco años atrás, fruto de una acumulación de décadas, eran UDP y el PS-1, quienes en su conjunto habían bordeado el 50% de los votos. Un porcentaje inédito para la izquierda boliviana.

Aunque el candidato de la ADN, el Exdictador Hugo Banzer, obtuvo la primera mayoría, no fue suficiente para ser electo presidente. Un acuerdo parlamentario entre el MNR, el MIR y otras fuerzas menores promovieron a la presidencia a Víctor Paz, viejo líder del MNR. Este a escasas tres semanas de gobierno decretó la llamada “Nueva Política Económica” (NPE), cuyos horizontes centrales apuntaban a una nueva relación entre:

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