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CARLOS III: EL GRAN REFORMADOR

Volver a: Los Borbones en América

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El Conde de Florida Blanca? pintado por francisco de Goya que retrato a la familia real española y a los ministros de la monarquia... Fue primer Eecretado de Estado de Carlos III

Los monarcas Borbones gobernaron sin problemas de sucesión durante todo el siglo XVIII. A Felipe V le sucedió en 1746 Fernando VI que gobernó hasta su muerte, en 1759, heredando el trono su hermano Carlos III (1759-1788). Este Rey inicio su gobierno a los 43 años de haber reinado 25 años en Nápoles, por lo que gozaba de larga experiencia política al tomar las riendas del nuevo gobierno. Fue sin duda el mejor y el más inteligente de los Borbones y, por eso, la mayor parte de las reformas administrativas, tanto en España como en ultramar, se hicieron bajo su reinado.

En su tarea gubernativa, Carlos III contó con Ministros competentes, hábiles y reformadores como Gálvez, Aranda, Floridablanca y Campomanes, todos ellos de mentalidad ilustrada. Como realizadores de la política del Despotismo Ilustrado, contribuyeron grandemente a la organización del Estado, al progreso urbano, la construcción de caminos, creación de industrias y fomento del comercio y la agricultura. Pero también, algunos de ellos, como buenos enciclopedistas, de espíritu laico y antirreligioso, fueron tremendos enemigos de la Iglesia, a la que sometieron al más estricto regalismo. También, esta actitud, confundida con intereses políticos y económicos, hizo que, prosiguiendo las medidas de Portugal y Francia, Carlos III decidiera la expulsión de los jesuitas, en 1767, tanto en la Península como en todos los dominios de ultramar.

Algunos ilustrados captaron el fenómeno y Aranda aconsejó tenerlo muy en cuenta cuando se crearon las Intendencias. En este sentido fue importantísima la opinión de algunos funcionarios en América que insistieron en la participación de criollos, mestizos y a veces hasta indios en algunas actividades hacendísticas, políticas, municipales e incluso militares. Especialmente valiosos en este sentido, fueron los consejos propuestos por Victorián de Villava. Protector de Indios y Fiscal de la Audiencia de Charcas, en un discurso sobre la Mita de Potosí. Para él, si España quería mantener las Indias debía buscar menos pompa y más trabajo, reducir los Virreinatos y fomentar la creación de Audiencias en la que participaron oidores criollos junto a los peninsulares.
Todo este contexto crítico, sumado al impulso pragmático del monarca Carlos y sus ministro ilustrados, fueron los que les llevaron a intentar una reorganización de los cuadros administrativos de América. Sin duda, el interés principal se dirigió a las esferas económicas, es decir, a la reorganización de la hacienda, a la ordenación fiscalizadora, al planteamiento de nuevos propósitos comerciales y al fomento de la producción agrícola y minera.

Al comienzo del siglo XVIII la administración territorial no sufrió alteraciones mayores; las gobernaciones y capitanías generales mantuvieron sus funciones modificándose tan solo detalles de demarcación y jurisdicción. Las transformaciones radicales de la vieja organización vendrían a fines del siglo XVIII, cuando Carlos III estableció las Intendencias.

Sin embargo, para su implantación hubo de dirigir su atención antes que nada al problema de los Virreinatos. En realidad, las medidas del monarca se dirigieron a disminuir todo lo posible la actuación de los Virreyes en el campo judicial y en el aspecto económico. En este orden de cosas los nuevos Intendentes tomaron a su cargo gran parte de las tareas haciendísticas que realizaron anteriormente los Virreyes; para ello los nuevos Intendentes, mucho más preparados en las disciplinas económicas, se entendían directamente con el Superintendente de Hacienda que, para el caso de Charcas, funcionaba en Buenos Aires. También asumieron ellos la tarea del fomento de la riqueza de los asuntos agrícolas, la industria, la minería, así como la construcción de obras públicas y caminos. E incluso se preocuparon del aprovisionamiento militar.

En el orden judicial, los Virreyes hubieron de renunciar a toda intervención en las Audiencias, con las cuales sólo pudieron entenderse a través de unos funcionarios especiales de reciente creación, los Regentes, que debían actuar como intermediarios entre los Virreyes y las Audiencias. La importancia de su competencia se hacia manifiesta en el hecho de que se les consideraba por encima del Presidente de Audiencia. Estos funcionarios dependían directamente de la administración central de Madrid.

Por otra parte, los dos grandes y tradicionales Virreinatos, México y Perú, se vieron disminuidos en sus límites territoriales, no sólo por la creación de las Intendencias sino también por la creación de dos nuevos Virreinatos en 1717 se creó el de Nueva Granada; desaparecido por un tiempo, se restableció en 1739. En 1776 se creó el de Buenos Aires, cuya importancia fue trascendental para Charcas en el siglo XVIII.

El Virreinato del Perú sufrió la separación de inmensos territorios con la creación de los Virreinatos de Nueva Granada y de Buenos Aires. Lo que quedó del antiguo Virreinato del Perú se vio, a su vez dividido en ocho Intendencias.




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