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Frente a los problemas estructurales que padecían la minería y el agro, la riqueza petrolera constituía la esperanza. En 1950, a causa de la inflación y la falta de equipos y capital, la producción de crudo decreció y en 1952 solo cubría el 37% del consumo interno. El gobierno movimientista destino 2 millones de dólares a la compra de equipos, logro descubrieron nuevos pozos y los resultados esperados se verificaron en un tiempo menor al previsto. En 1954 por fin era efectivo el anhelo de cubrir el consumo e incluso se inicio la exportación de fuel oil, gasolina común, kerossene a diesel a los países limítrofes. Se combatieron los altos costos y la comercialización tendiendo los oleoductos Cochabamba-Oruro-La Paz, Camiri-Yacuiba, y Camiri-Santa Cruz; y se proyectaron otras líneas tanto nacionales, como de exportación (Sicasica-Arica, Transchaco).

Para 1957, año tope, la producción llego a sextuplicarse, pero la gran demanda y los bajos precios internos –mantenidos pro razones políticas- impidieron a YPFB obtener ganancias que le permitieran expandir su producción. Dichos aspectos amenazaban incluso con hacer retroceder su progreso. El problema fundamental consistía en la urgente necesidad de ampliar las reservas. A través del Código del Petróleo del 26 de octubre de 1955, el MNR ofreció concesiones favorables a compañías petroleras extranjeras: 14 obtuvieron concesiones, invirtiendo $us. 90 millones. Antes de 1960, doce se retiraron con una pérdida de 50 millones de $us. Al cabo de ese año quedó en pie la Bolivian Gulf Oil Co.
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